sábado, 1 de marzo de 2014

ESQUEMAS DE LAS ORACIONES SUBORDINADAS




SUBORDINADAS SUSTANTIVAS


 SUBORDINADAS ADJETIVAS


 SUBORDINADAS ADVERBIALES



EL RESUMEN (pregunta 2 PAU)



 -  Consiste en decir lo mismo que dice el texto pero con mis palabras desechando lo superfluo o innecesario
 - No debe superar el 25% del original
 - Breve, claro y correcto
 - Preferencia por oraciones simples y coordinadas y el punto seguido
 - Objetividad, nada de información adicional o interpretaciones
 - Estilo propio
 - Es necesario subrayar las palabras o frases que recogen información fundamental
 - Si cito del texto hay que entrecomillar
  -Hay que respetar el orden de las ideas del texto


Y el último comentario: la obra de la segunda mitad del siglo XX.


COMENTARIO OBRA BAJARSE AL MORO DE JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS

La obra Bajarse al moro fue escrita por José Luis Alonso de Santos en 1985 y se encuadra dentro del llamado teatro neorrealista que trata temas relacionados con los problemas de la juventud de la época como las drogas o la delincuencia.
Bajarse al moro es una obra teatral, por lo tanto pertenece al género dramático, que no respeta las tres unidades clásicas. Hay más de una acción que además se desarrolla en varios días. Lo que sí se respeta es la unidad  escena, pues todo ocurre en la habitación de un piso de Madrid donde viven  los protagonistas.
Los personajes que aparecen son cuatro jóvenes, los protagonistas, que se dedican a traer hachís desde Ceuta para luego venderlo en la Península y así  ganarse la vida. También aparece la madre de una de las protagonistas que es una histérica mujer y es la que aporta la mayor comicidad de la obra.
En la obra se pueden ver muchos temas diferentes como la búsqueda de un lugar en el mundo, la rebeldía o el  inconformismo social, el dinero, la amistad y la solidaridad, los estereotipos sociales, la droga; pero el tema dominante se ve reflejado con la intención del autor con la obra y es la crítica que hace a la sociedad a través del mundo que viven un grupo de jóvenes en el Madrid de los años 70-80.
Esta obra presenta acotaciones típicas de las obras teatrales, es decir, para aportar información sobre el modo de hablar de los personajes, colocación, tono. También hay monólogos o soliloquios  en los que quedan expuestos los sentimientos, como es el caso de Jaimito.  Los diálogos están escritos en  un registro coloquial con numerosos  vulgarismos que reflejan el modo de hablar de los jóvenes de la época y dota a la obra de ritmo y sencillez.
La mayor comicidad la aporta el personaje de doña Antonia, la madre de Alberto, pues su problema de cleptomanía provoca situaciones realmente graciosas.

Llama la atención en esta obra lo bien que se refleja la vida de los jóvenes de los 80, cómo no buscaban estudiar sino independizarse de sus padres y ganarse la vida como fuera. El toque de humor que tiene la hace una obra atractiva de leer aunque también tiene una parte dramática que te deja con mal sabor al final.
Aquí van los cuatro últimos temas de literatura. ¡Ya no queda casi nada!

TEMA 9.  EL TEATRO ESPAÑOL DE 1939 A FIN DEL S. XX. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS 

Como en los demás géneros literarios, la Guerra Civil (1936-1939) marca un antes y un después en la evolución del género dramático. El teatro, por sus especiales circunstancias (texto y representación), se vio condicionado por la nueva situación socio-política tras la Guerra Civil. Se estableció una rígida censura en todas las representaciones, que se fue suavizando con el paso del tiempo.
Dentro de la producción dramática de LA DÉCADA DE LOS 40 prevalece la continuación de las tendencias más tradicionales, pero se advierte, al final de la década, la búsqueda de otros caminos. Se pueden distinguir varias corrientes: En línea con teatro benaventino, aparecen una COMEDIA BURGUESA, donde predomina una construcción teatral muy elaborada, a veces con una amable crítica de costumbres, unida a una defensa de los valores tradicionales. Predominan las comedias de salón (“Celos del aire” de José López Rubio), pero también las obras de tesis (“La muralla” de Joaquín Calvo Sotelo), así como un teatro de humor (“Margarita y los hombres” de Edgar Neville). En esta misma línea se sitúan autores como José Mª Pemán y Torcuato Luca de Tena. Entroncado con el teatro del absurdo, aparece un TEATRO VANGUARDISTA DE HUMOR, que hunde sus raíces en la etapa anterior a 1936. Sus representantes son Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura. También ambos acabaron sumándose al teatro comercial precedente. Jardiel Poncela nos presenta un ritmo rápido de acción, con acumulación de elementos estrambóticos y absurdos. Su mejor obra es “Eloísa está debajo de un almendro”. Un caso diferente presenta Mihura con “Tres sombreros de copa”, cuyo autor la vio como obra irrepresentable.  TEATRO EN EL EXILIO, desarrollado en Mexico y Argentina, fundamentalmente, presenta diferencias estéticas con el cultivado en España. Quizá el autor más destacado es Alejandro Casona: “Prohibido suicidarse en primavera” o “Los árboles mueren de pie”. La obra de Casona tiene los rasgos de las obras teatrales anteriores a la Guerra Civil, como el lirismo, simbolismo, cierto carácter melodramático y el conflicto realidad-fantasía. También en el exilio, Max Aub publica su drama “San Juan”, en el que acusa a las naciones libres que se negaron a dar asilo político a las víctimas del nazismo.
DÉCADA DE LOS 50, TEATRO EXISTENCIAL: En una línea muy distinta hay que situar en la década de los 50 el nacimiento de un teatro serio, preocupado e inconformista, dentro de una corriente existencial. Dos fechas resultan claves: 1949 con el estreno de “Historia de una escalera” de Antonio Buero Vallejo y en 1953 con la presentación de “Escuadra hacia la muerte” de Alfonso Sastre. Ambos iniciarán, hacia 1955, un teatro social, aunque desde dos posturas distintas.
ANTONIO BUERO VALLEJO: El teatro de Buero Vallejo une lo social y lo existencial, con un mensaje ético, una reflexión sobre el individuo, la justicia y la verdad. Formalmente, no llega a romper del todo con las fórmulas del teatro comercial; más bien intenta aprovecharlas para darles una dimensión nueva. En su teatro podemos distinguir varias etapas: Primera etapa: enfoque existencial, con una técnica teatral realista: “Historia de una escalera”; “En la ardiente oscuridad”.  Segunda etapa: enfoque social y ético, con una técnica teatral más compleja (efectos de inmersión, escenarios múltiples y simbolistas, etc.). Escribe dramas simbólicos, en los que se vale del pasado para reflexionar sobre el presente: “Un soñador para un pueblo”;El Tragaluz”. Tercera etapa: contenidos sociales y políticos más explícitos, con incorporación de experimentos escénicos: “La doble historia del doctor Valmy”
ALFONSO SASTRE, junto con Alfonso Paso, firmó el artículo “Teatro de Agitación Social”, donde se defendía el teatro como elemento revolucionario más que estético, desde una concepción marxista de la literatura. En sus obras denuncia las injusticias y el poder tiránico: “La mordaza”; “Guillermo Tell tiene los ojos tristes”. Todas sus obras sufren grandes dificultades para poder ser estrenadas, hasta el punto de que uno de sus últimos éxitos “La taberna fantástica”, escrita en 1966, no fue estrenada hasta 1985.  Durante años Alfonso Sastre sostuvo una notoria polémica con Antonio Buero Vallejo sobre el modo de luchar con el teatro para cambiar la sociedad durante la dictadura; mientras que Buero defendía el posibilismo, es decir, aprovechar cualquier resquicio que permitiera la censura franquista para intentar cambiarla desde dentro, Sastre consideraba más radicalmente que esta actitud era una claudicación y optó por un teatro extremista que apenas encontró forma de poderse representar.
DÉCADA DE LOS 60: Este teatro social se mantiene en los años 60, con diversas orientaciones, desde el realismo de Rodríguez Méndez “Los inocentes de la Moncloa” o el esperpento de Martín Recuerda “Las salvajes en Puente San Gil” hasta el sainete arnichesco de Lauro Olmo “La camisa”. En este grupo estaría las primeras producciones de Antonio Gala, que se inclinó luego por un teatro más comercial “Petra regalado”.
DÉCADA DE LOS 70, EL TEATRO EXPERIMENTAL: A partir de los 70 hay una tendencia por la recuperación de las técnicas de vanguardia como lenguaje escénico. En este teatro experimental predominan los elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo. Cobran también importancia los elementos extraverbales: sonoros, visuales, corporales, etc. Sin embargo, aunque alejado del realismo, sigue siendo un teatro de protesta y denuncia. Su temática gira en torno a la dictadura, la falta de libertad, la injusticia, la alienación... Lo novedoso es, por supuesto, el tratamiento dramático, porque se da entrada a la farsa, la deformación esperpéntica, lo alucinante, lo onírico... Algunos críticos hablan de “teatro soterrado”, porque en pocas ocasiones subió a las tablas. Dos autores destacados son Francisco Nieva “La carroza de plomo candente” y Fernando Arrabal, cuyas obras están a medio camino entre el esperpento, el surrealismo y el teatro del absurdo: “El cementerio de automóviles”; “El arquitecto y el emperador de Asiria”; “Pic-Nic”; “El cielo y la Mierda”. Creó el “teatro del pánico”, presidido por la confusión, el humor, la búsqueda formal y la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje. Los temas más frecuentes en sus obras son la sexualidad, la religión, la política, el amor y la muerte.
A finales de la década empiezan a surgir compañías de teatro independiente, que potencian el elemento coreográfico, plástico, mímico o musical, tanto como el literario. Así TEI (Teatro Experimental Independiente), Tábano, Els Joglars, Els comediants , La Fura dels Baus ,etc.

En los AÑOS 80 Y 90 el teatro recibe un notable apoyo institucional, con la creación del Centro Dramático Nacional, que después se irá desgajando en diversas compañías. Aparecen nuevos autores, cultivadores de un teatro realista, entre los que destacan José Luis Alonso de Santos “Bajarse al moro”; “La estanquera de Vallecas”. José Sanchís Siniestra “¡Ay, Carmela!” y Fermín Cabal “Caballito del diablo”, entre muchos otros autores.

TEMA 10.  LA POESÍA ESPAÑOLA DE 1939 A FIN DE S. XX. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS.

Entre 1936 y 1939 se desarrolló una literatura de propaganda ideológica: el poema se convirtió en un arma de lucha. Desde el fin de la guerra hasta la actualidad, la poesía ha atravesado por momentos muy dispares: las circunstancias histórico-sociales de la vida española han condicionado las distintas orientaciones.
DÉCADA DE LOS 40, LA “GENERACIÓN DEL 36”: Denomina “generación escindida”. Hunde sus raíces en la etapa anterior. Tiene como punto de partida el deseo de volver a un arte rehumanizado, existencialista. La producción poética se divide en dos tendencias mayoritarias, según denominación de Dámaso Alonso:
La POESÍA ARRAIGADA, que se agrupa en torno a la revista “Garcilaso” de José García Nieto. En formas clásicas presentan una visión del mundo coherente, ordenada y serena. Los temas serán la familia, el sentimiento religioso, la naturaleza. En este grupo se encuadran poetas como Luis Rosales “La casa encendida”, Dionisio Ridruejo y Leopoldo Panero. En general son afines al nuevo régimen aunque algunos como Ridruejo evolucionarán a posiciones críticas con él.
La POESÍA DESARRAIGADA, representada por la revista “Espadaña” de Victoriano Crémer y Eugenio de Nora. En 1944 aparece “Hijos de la ira” de Dámaso Alonso, uno de los poetas del 27 que permanecerá en España, junto con Gerardo Diego y Vicente Aleixandre. Es una poesía tremendista, de tono trágico, en un mundo caótico invadido por la angustia. El libro más destacado es “Ángel fieramente humano” de Blas de Otero. También aparece “Sombra del Paraíso” de Vicente Aleixandre, que marcará el paso de esta poesía existencial a la poesía social.
GRUPOS MINORITARIOS: Junto a estas corrientes hay que considerar otras como la del grupo cordobés “Cántico” (Pablo García Baena) en torno a la revista del mismo nombre, que mantienen en un vínculo con la generación del 27 y el modernismo.
EL REALISMO SOCIAL DE LA DÉCADA DE LOS 50: Hacia 1955 se consolida el realismo social. La poesía social tuvo su tarjeta de presentación a través la “Antología consultada de la joven poesía española”, de Francisco Ribes. Algunos poetas (Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro) superan su etapa anterior de angustia existencial para situar los problemas humanos en un marco social. La poesía, que toma partido, se concibe como un acto de solidaridad con los que sufren, de ahí que aparezcan temas como la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad, aunque ello suponga una cierta rebaja en el tono poético. En esta generación sobresale Gabriel Celaya, autor de “Cantos íberos”, donde se incluye el poema “La poesía es un arma cargada de futuro”, verdadero himno de la poesía social. Defiende una poesía al servicio de las mayorías para “transformar el mundo”. BLAS DE OTERO es el poeta más representativo de esta generación. De la poesía desarraigada de sus inicios evolucionará hacia una poesía de fuerte contenido social “Pido la paz y la palabra”. Es una poesía clara y directa que expresa ansia de paz, libertad y justicia.  En cuanto a José Hierro, aunque con frecuencia se le adscribe a la generación poética posterior, quizá sea más pertinente adscribirle a la generación de la poesía social, donde comienza, para luego seguir dos caminos, uno más directo y narrativo y otro más imaginativo. Sus temas son el hombre, la historia, el tiempo, el amor, el paraíso perdido, el recuerdo, la cultura, la poesía... “Quinta del 42” o “Libro de las alucinaciones”, son obras fundamentales.
LA DÉCADA DE LOS 60, DE LA “GENERACIÓN DEL 50”AL “GRUPO DEL 60”: Ya en la década de los 50 comienzan a aparecer poetas nuevos que representarán pronto su superación En 1968, José Batlló incluyó a estos últimos, conocidos como “Generación del 50” o “Niños de la Guerra”, en su “Antología de la nueva poesía española”, donde quedaban patentes los cambios operados. La poesía es sobre todo un método de conocimiento, sin renunciar por ello a que sea también vehículo de comunicación. Presentan una preocupación fundamental por el hombre pero huyen de todo tratamiento patético. Aunque son inconformistas, su escepticismo los aleja de la poesía social. Sus temas retoman lo íntimo, lo cotidiano. En el estilo llevan a cabo una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra, con un uso muy particular de los elementos irónicos. Entre los poetas más destacados de esta generación están Ángel González: que combina la denuncia irónica con la poesía íntima y desilusionada; lenguaje sencillo y a veces coloquial, pero muy cuidado. “Palabra sobre palabra”, Jaime Gil de Biedma, poesía selecta, irónica y sarcástica; visión desencantada y crítica; temas: amor, infancia, amistad, erotismo: “Las personas del verbo”. Claudio Rodríguez, y José Ángel Valente.
Entre esta generación y la siguiente aparece la obra de una serie de autores que bajo la denominación de Grupo del 60, que servirán de puente con la poesía más experimental y culturalista que se hará en los años siguientes, de entre ellos podemos destacar a Jesús Hilario Tundidor, Diego Jesús Jiménez, Rafael Soto Vergés, Antonio Hernández, Ángel González o Joaquín Benito de Lucas
DÉCADA DE LOS 70, LOS NOVÍSIMOS: En 1963 Pere Gimferrer, publica “Arde el mar”, que supone una ruptura con la poesía inmediatamente anterior. Alrededor de él se agrupa una serie de poetas reunidos por Castellet en 1968 en la antología Nueve novísimos poetas españoles en la que reúne a poetas de una nueva sensibilidad (Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Antonio Martínez Sarrión, José Mª Álvarez, Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Vicente Molina Foix, Ana Mª Moix, Leopoldo Mª Panero). Los novísimos son poetas nacidos en la postguerra, con un bagaje cultural y literario muy amplio (influencia del cine, del jazz). Temáticamente encontramos lo personal y lo social tratados con gravedad o frívolamente. La máxima preocupación de su poesía es la forma; hacen constantes referencias en sus poemas a motivos exóticos, culturales y culturalistas con una artificiosidad que recuerda a los modernistas y utilizan procedimientos de carácter surrealista.
LA POESÍA DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS: Las tendencias se suceden sin interrupción en un panorama poético rico y variado, en el que destacan poderosamente las mujeres. Aunque hay excepciones, en general se evidencia una tendencia antiesteticista. En los últimos años se han sucedido numerosas antologías que agrupan o enfrentan a autores de diversas tendencias (neosurrealismo, culteranismo, poesía objetivista, poesía del silencio) aunque ninguna ha tenido la repercusión que alcanzó la de los “novísimos de Castellet”. Quizá la tendencia más popular e influyente ha sido la denominada “poesía de la experiencia”. Entre los nombres más destacados están Luis García Montero, Felipe Martínez Reyes, Carlos Marzal, Ana Mª Rosetti, Olvido García Valdés, Luis Antonio de Villena, Andrés Sánchez Robayna.

TEMA 11. LA NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX: TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS

Desde 1945 se observa en la narrativa hispanoamericana novedades que la  hacen diferente de la novela desarrollada hasta entonces. Estos cambios se deben a una nueva concepción  del mundo y de la vida como consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que se estaban  produciendo en los diferentes países de Hispanoamérica. A estas novedades se añaden las influencias de  la narrativa europea y norteamericana del momento, tardíamente asimiladas. Los  cambios principales que tuvieron lugar fueron, entre otros, que se abandona el interés prioritario por los espacios rurales y naturales y la denuncia explícita de  problemas sociales surgiendo temas nuevos en los que se integra lo urbano y los problemas del  hombre contemporáneo. Se introduce en las novelas lo fantástico, lo onírico y lo irracional, dando lugar a lo que se ha  denominado “realismo mágico” o lo “real maravilloso”. Formalmente, se produce un gran cambio puesto que se abandona la estética realista decimonónica  y se adoptan las nuevas técnicas narrativas.
En los años 60 se comenzó a publicar una nueva promoción de autores hispanoamericanos: Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Alejo Carpentier… etc. Su aparición coincidió con el interés de las editoriales españolas, por recuperar el mercado hispanoamericano. Se produjo entonces un fenómeno político-comercial-publicitario: se publicaron en España las mejores obras de estos autores, que se tradujeron también a muchos otros idiomas; se dedicaron a ellos numerosos monográficos de revistas. Los nuevos narradores organizaron y asistieron a numerosos coloquios en los que se promocionaban unos a otros. Todo ello provocó una amplia demanda de sus obras y a esto se le llamó el boom de la novela hispanoamericana. No formaron una generación pero a pesar de ello, se pueden encontrar líneas comunes en la narrativa hispanoamericana de este momento, que continua con las innovaciones técnicas de la promoción anterior: subjetivismo, los escritores muestran la realidad de la acción a través de la óptica parcial de un “yo”; abundancia del monólogo interior; ruptura de la línea temporal, se sustituye el tiempo cronológico por el anímico; variedad temática, tanto temas existenciales como sociales, sexualidad, muerte…estructuras narrativas complejas, que requieren del lector un papel activo en la organización de la materia narrativa. Destacamos: Julio Cortázar con Rayuela, obra de gran complejidad estilística que permite al lector recrear a su gusto la novela; Carlos Fuentes, con La muerte de Artemio Cruz combina varias técnicas y puntos de vista; Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Salvador Garmendia…una lista interminable.
A partir de los 70 comienzan a publicar otros autores que se enfrentan al reto de abrir nuevos rumbos sin negar las aportaciones de sus predecesores que tanto gustaban al público. Estos nuevos escritores van a tratar temas nuevos concediendo importancia a la experimentación lingüística y dando entrada al lenguaje coloquial. Destacamos a Gabriel García Márquez, aunque publica su primera obra en los 50, su consagración se produce con Cien años de soledad al obtener el Premio Nobel. Esta obra es un ejemplo de los pueblos latinoamericanos donde mezcla ficción, realidad y el “realismo mágico” tan característico de él. Nombres y títulos fundamentales de este período: El amor en los tiempos del cólera de García Márquez; Tres tristes tigres del cubano Guillermo Cabrera Infante; El beso de la mujer araña del argentino Manuel Puig; La casa de los espíritus de la chilena Isabel Allende; Como agua para chocolate de la mexicana Laura Esquivel.
Junto con la novela, el cuento ha sido un género narrativo ampliamente cultivado en Hispanoamérica desde los años 40 hasta la actualidad. Los grandes narradores de los 40 y 50 han sido los grandes cultivadores de este género del cuento. Así hablamos de Jorge Luis Borges; Juan Rulfo (El llano en llamas); Alejo Carpentier (Guerra del tiempo). Pero a partir de los 60 y hasta la actualidad, los relatos cortos de estos narradores del “boom”, han pasado inadvertidos debido a la mayor importancia de sus novelas. Así es el caso de G. García Márquez (Relato de un náufrago). Uno de los principales renovadores del género fue sin duda Julio Cortázar, quien muestra en sus cuentos una realidad compleja, donde se revela lo absurdo de lo cotidiano con gran sentido del humor (Bestiario). También en los cuentos hispanoamericanos encontramos temáticas políticas comprometidas y cercanas al lector gracias al empleo de lenguaje sencillo y coloquial. Ejemplo de esto es  Isabel Allende (Los cuentos de Eva Luna). Hay que destacar a Jorge Luis Borges, pues escribe ensayos con cierto aire de fábula al igual que algunos cuentos podrían ser vistos como ensayos. Nos propone juegos mentales y ejercicios de imaginación sutiles y fantásticos produciendo en el lector un vértigo intelectual.  Caso de ellos son El Aleph, que recoge 17 cuentos o Ficciones, con 10 relatos cortos.

TEMA 12. LA NOVELA ESPAÑOLA DESDE 1975 HASTA FINALES DEL XX


El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco(20/11/75), permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países.
En suma, dos son los aspectos más significativos de la novela española en los últimos treinta años: El carácter aglutinador dado que acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales. Y la individualidad, pues cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad. De modo que puede decirse que en las últimas décadas conviven:
* Novelistas importantes de toda la posguerra: Delibes, Cela y Torrente Ballester sobre todo.
* Algunos novelistas de la "Generación del 50": Juan Goytisolo, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite, etc.
* Los novelistas de la generación del 75. En los setenta hay autores que siguen cultivando la novela experimental e intelectual que tiene su origen principal en “Tiempo de silencio” de Luis Martín Santos. Suelen prestar más atención a la forma que al contenido, ya que el argumento llega a casi desaparecer. Abundan las historias fragmentadas y los monólogos interiores. Este tipo de novela está dirigido a un lector inteligente y culto, con formación suficiente para comprender las dificultades sintácticas que los autores plantean. Es la llamada generación de 1975 o también generación de 1968 (mayo del 68): Eduardo Mendoza, Félix de Azúa, Juan José Millás, Soledad Puértolas, son los más destacados.
* Nuevos escritores dados a conocer en los 80: Manuel Vicent, Julio Llamazares, Javier Marías, Rosa Montero, Antonio Muñoz Molina…
Por otra parte, no resulta fácil discernir en la nueva narrativa unas corrientes o escuelas definidas; sí es posible, no obstante, identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son estas:
  •        Novela policíaca y de intriga. Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho. A esta tendencia pertenecen también algunas novelas de Antonio Muñoz Molina: “El invierno en Lisboa”, “Beltenebros”, o “Plenilunio”.  Su novela “Sefarad” ha sido definida por el autor como "novela de novelas" y supone la recuperación de historias de destierros y desarraigos acontecidos durante el siglo XX.
  • ·      Novela histórica. Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino; “El hereje” de Miguel Delibes, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como “Soldados de Salamina” de Javier Cercás; “La voz dormida”, de Dulce Chacón, o los relatos breves que componen “Los girasoles ciegos” de Alberto Méndez.
  • ·       Novela de la reflexión íntima. Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas de esta tendencia son “Mortal y rosa” de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, o “El desorden de tu nombre”, de Juan José Millás, que combina la introspección psicológica con la reflexión literaria. En “La lluvia amarilla”, de Julio Llamazares narra el abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo.
  • ·       Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con “Te trataré como a una reina” defensa de la condición femenina, y la producción novelística de Luis Mateo Díez.
  • ·       Novela culturalista. En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Eso es lo que hace Juan Manuel de Prada con “Las máscaras del héroe”.
  • ·       Otras tendencias en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura “Historias del Kronen”, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con “Héroes” o Lucía Etxebarría en “Sexo, prozac y dudas”.