LENyLITER LOS NARANJOS 2º BACH
lunes, 28 de septiembre de 2015
presentación esquema tema 1, La literatura del siglo XVIII: ensayo y teatro
Aquí os dejo las ideas esenciales de este tema. Mañana os doy el resumen.
jueves, 10 de septiembre de 2015
COHERENCIA Y COHESIÓN TEXTUALES
CURSO 2015/2016
Bienvenidos al nuevo curso, último curso de esta etapa preuniversitaria.
Os deseo un buen curso con excelentes resultados.
¡Comenzamos!
sábado, 1 de marzo de 2014
ESQUEMAS DE LAS ORACIONES SUBORDINADAS
SUBORDINADAS SUSTANTIVAS
SUBORDINADAS ADJETIVAS
SUBORDINADAS ADVERBIALES
EL RESUMEN (pregunta 2 PAU)
- Consiste en decir lo
mismo que dice el texto pero con mis palabras desechando lo superfluo o
innecesario
- No debe superar el 25%
del original
- Breve, claro y correcto
- Preferencia por
oraciones simples y coordinadas y el punto seguido
- Objetividad, nada de
información adicional o interpretaciones
- Estilo propio
- Es necesario subrayar
las palabras o frases que recogen información fundamental
- Si cito del texto hay
que entrecomillar
-Hay que respetar el
orden de las ideas del texto
Y el último comentario: la obra de la segunda mitad del siglo XX.
COMENTARIO OBRA BAJARSE AL MORO DE JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS
La obra Bajarse al moro fue escrita por José
Luis Alonso de Santos en 1985 y se encuadra dentro del llamado teatro
neorrealista que trata temas relacionados con los problemas de la juventud de
la época como las drogas o la delincuencia.
Bajarse al moro es una obra
teatral, por lo tanto pertenece al género dramático, que no respeta las tres
unidades clásicas. Hay más de una acción que además se desarrolla en varios
días. Lo que sí se respeta es la unidad escena, pues todo ocurre en la habitación de
un piso de Madrid donde viven los
protagonistas.
Los personajes que
aparecen son cuatro jóvenes, los protagonistas, que se dedican a traer hachís
desde Ceuta para luego venderlo en la Península y así ganarse la vida. También aparece la madre de
una de las protagonistas que es una histérica mujer y es la que aporta la mayor
comicidad de la obra.
En la obra se
pueden ver muchos temas diferentes como la búsqueda de un lugar en el mundo, la
rebeldía o el inconformismo social, el
dinero, la amistad y la solidaridad, los estereotipos sociales, la droga; pero
el tema dominante se ve reflejado con la intención del autor con la obra y es
la crítica que hace a la sociedad a través del mundo que viven un grupo de
jóvenes en el Madrid de los años 70-80.
Esta obra presenta
acotaciones típicas de las obras teatrales, es decir, para aportar información
sobre el modo de hablar de los personajes, colocación, tono. También hay
monólogos o soliloquios en los que
quedan expuestos los sentimientos, como es el caso de Jaimito. Los diálogos están escritos en un registro coloquial con numerosos vulgarismos que reflejan el modo de hablar de
los jóvenes de la época y dota a la obra de ritmo y sencillez.
La mayor comicidad
la aporta el personaje de doña Antonia, la madre de Alberto, pues su problema
de cleptomanía provoca situaciones realmente graciosas.
Llama la atención
en esta obra lo bien que se refleja la vida de los jóvenes de los 80, cómo no
buscaban estudiar sino independizarse de sus padres y ganarse la vida como
fuera. El toque de humor que tiene la hace una obra atractiva de leer aunque
también tiene una parte dramática que te deja con mal sabor al final.
Aquí van los cuatro últimos temas de literatura. ¡Ya no queda casi nada!
TEMA 9. EL
TEATRO ESPAÑOL DE 1939 A FIN DEL S. XX. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS
Como en los demás géneros literarios, la Guerra Civil (1936-1939) marca
un antes y un después en la evolución del género dramático. El teatro, por sus
especiales circunstancias (texto y representación), se vio condicionado por la
nueva situación socio-política tras la Guerra Civil. Se estableció una rígida
censura en todas las representaciones, que se fue suavizando con el paso del
tiempo.
Dentro de la producción dramática de LA
DÉCADA DE LOS 40 prevalece
la continuación de las tendencias más tradicionales, pero se advierte, al final
de la década, la búsqueda de otros caminos. Se pueden distinguir varias
corrientes: En línea con teatro
benaventino, aparecen una COMEDIA BURGUESA, donde predomina una
construcción teatral muy elaborada, a veces con una amable crítica de
costumbres, unida a una defensa de los valores tradicionales. Predominan las comedias de salón (“Celos del aire” de
José López Rubio), pero también
las obras de tesis (“La muralla” de
Joaquín Calvo Sotelo), así como
un teatro de humor (“Margarita y los
hombres” de Edgar Neville).
En esta misma línea se sitúan autores como José Mª Pemán y Torcuato
Luca de Tena. Entroncado con el teatro del absurdo, aparece un TEATRO
VANGUARDISTA DE HUMOR, que hunde sus raíces en la etapa anterior a
1936. Sus representantes son Enrique
Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
También ambos acabaron sumándose al teatro comercial precedente. Jardiel Poncela nos presenta un ritmo
rápido de acción, con acumulación de elementos estrambóticos y absurdos. Su
mejor obra es “Eloísa está debajo de
un almendro”. Un caso diferente presenta Mihura con “Tres
sombreros de copa”, cuyo autor la vio como obra irrepresentable. TEATRO EN EL EXILIO, desarrollado
en Mexico y Argentina, fundamentalmente, presenta diferencias estéticas con el
cultivado en España. Quizá el autor más destacado es Alejandro Casona: “Prohibido
suicidarse en primavera” o “Los árboles mueren de pie”. La obra de Casona tiene los
rasgos de las obras teatrales anteriores a la Guerra Civil, como el lirismo,
simbolismo, cierto carácter melodramático y el conflicto realidad-fantasía.
También en el exilio, Max Aub publica
su drama “San Juan”, en
el que acusa a las naciones libres que se negaron a dar asilo político a las
víctimas del nazismo.
DÉCADA DE LOS 50, TEATRO EXISTENCIAL: En una línea muy distinta
hay que situar en la década de los 50 el nacimiento de un teatro serio,
preocupado e inconformista, dentro de una corriente existencial. Dos fechas resultan claves: 1949 con el
estreno de “Historia de una
escalera” de Antonio Buero
Vallejo y en 1953 con la presentación de “Escuadra hacia la muerte” de Alfonso Sastre. Ambos iniciarán, hacia 1955, un teatro social,
aunque desde dos posturas distintas.
ANTONIO BUERO VALLEJO:
El teatro de Buero Vallejo une lo social y lo existencial, con un mensaje
ético, una reflexión sobre el individuo, la justicia y la verdad. Formalmente,
no llega a romper del todo con las fórmulas del teatro comercial; más bien
intenta aprovecharlas para darles una dimensión nueva. En su teatro podemos
distinguir varias etapas: Primera etapa: enfoque existencial, con una
técnica teatral realista: “Historia
de una escalera”; “En la ardiente
oscuridad”. Segunda etapa: enfoque social y ético, con una
técnica teatral más compleja (efectos de inmersión, escenarios múltiples y
simbolistas, etc.). Escribe dramas simbólicos, en los que se vale del pasado
para reflexionar sobre el presente: “Un
soñador para un pueblo”; “El
Tragaluz”. Tercera etapa: contenidos sociales y políticos más
explícitos, con incorporación de experimentos escénicos: “La doble historia del doctor Valmy”
ALFONSO SASTRE, junto
con Alfonso Paso, firmó el artículo “Teatro de Agitación Social”, donde se
defendía el teatro como elemento revolucionario más que estético, desde una
concepción marxista de la literatura. En sus obras denuncia las injusticias y
el poder tiránico: “La mordaza”;
“Guillermo Tell tiene los ojos
tristes”. Todas sus obras sufren grandes dificultades para poder ser
estrenadas, hasta el punto de que uno de sus últimos éxitos “La taberna fantástica”, escrita
en 1966, no fue estrenada hasta 1985. Durante
años Alfonso Sastre sostuvo una notoria polémica con Antonio Buero Vallejo
sobre el modo de luchar con el teatro para cambiar la sociedad durante la
dictadura; mientras que Buero defendía el posibilismo, es decir, aprovechar
cualquier resquicio que permitiera la censura franquista para intentar
cambiarla desde dentro, Sastre consideraba más radicalmente que esta actitud
era una claudicación y optó por un teatro extremista que apenas encontró forma
de poderse representar.
DÉCADA DE LOS 60: Este teatro social se mantiene en los años 60, con
diversas orientaciones, desde el
realismo de Rodríguez Méndez “Los
inocentes de la Moncloa” o el esperpento de Martín Recuerda “Las salvajes en Puente
San Gil” hasta el sainete arnichesco de Lauro Olmo “La camisa”. En este grupo
estaría las primeras producciones de Antonio
Gala, que se inclinó luego por un teatro más comercial “Petra regalado”.
DÉCADA DE LOS 70, EL
TEATRO EXPERIMENTAL: A partir de los 70 hay una tendencia por la
recuperación de las técnicas de vanguardia como lenguaje escénico. En este
teatro experimental predominan los elementos simbólicos y vanguardistas, lo
grotesco y lo imaginativo. Cobran también importancia los elementos
extraverbales: sonoros, visuales, corporales, etc. Sin embargo, aunque alejado
del realismo, sigue siendo un teatro de protesta y denuncia. Su temática gira
en torno a la dictadura, la falta de libertad, la injusticia, la alienación...
Lo novedoso es, por supuesto, el tratamiento dramático, porque se da entrada a
la farsa, la deformación esperpéntica, lo alucinante, lo onírico... Algunos
críticos hablan de “teatro soterrado”, porque en pocas ocasiones subió a las
tablas. Dos autores destacados son Francisco
Nieva “La carroza de plomo candente” y Fernando Arrabal, cuyas obras están a medio camino entre el
esperpento, el surrealismo y el teatro del absurdo: “El cementerio de automóviles”; “El arquitecto y el emperador de Asiria”;
“Pic-Nic”; “El cielo y la Mierda”.
Creó el “teatro del pánico”, presidido por la confusión, el humor, la búsqueda
formal y la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje. Los temas
más frecuentes en sus obras son la sexualidad, la religión, la política, el
amor y la muerte.
A finales de la década empiezan a surgir
compañías de teatro independiente, que potencian el elemento coreográfico,
plástico, mímico o musical, tanto como el literario. Así TEI (Teatro
Experimental Independiente), Tábano,
Els Joglars, Els comediants , La Fura dels Baus ,etc.
En los AÑOS 80 Y
90 el teatro recibe un notable apoyo institucional,
con la creación del Centro Dramático Nacional, que después se irá desgajando en
diversas compañías. Aparecen nuevos autores, cultivadores de un teatro realista, entre los que
destacan José Luis Alonso de Santos “Bajarse
al moro”; “La estanquera de Vallecas”. José Sanchís Siniestra “¡Ay, Carmela!” y Fermín Cabal “Caballito del diablo”,
entre muchos otros autores.
TEMA 10. LA POESÍA ESPAÑOLA DE 1939 A FIN DE S. XX. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS.
Entre 1936 y 1939 se desarrolló una
literatura de propaganda ideológica: el poema se convirtió en un arma de lucha.
Desde el fin de la guerra hasta la actualidad, la poesía ha atravesado por
momentos muy dispares: las circunstancias histórico-sociales de la vida
española han condicionado las distintas orientaciones.
DÉCADA DE LOS 40, LA “GENERACIÓN DEL 36”: Denomina
“generación escindida”. Hunde sus raíces en la etapa anterior. Tiene como punto
de partida el deseo de volver a un arte rehumanizado, existencialista. La
producción poética se divide en dos tendencias mayoritarias, según denominación
de Dámaso Alonso:
La POESÍA ARRAIGADA, que se agrupa
en torno a la revista “Garcilaso” de José García Nieto. En formas
clásicas presentan una visión del mundo coherente, ordenada y serena. Los temas
serán la familia, el sentimiento religioso, la naturaleza. En este grupo se
encuadran poetas como Luis Rosales “La casa encendida”, Dionisio Ridruejo y Leopoldo
Panero. En general son afines al nuevo régimen aunque algunos como Ridruejo
evolucionarán a posiciones críticas con él.
La POESÍA DESARRAIGADA,
representada por la revista “Espadaña” de Victoriano Crémer y Eugenio de
Nora. En 1944 aparece “Hijos de la ira” de Dámaso Alonso, uno de los
poetas del 27 que permanecerá en España, junto con Gerardo Diego y Vicente
Aleixandre. Es una poesía tremendista, de tono trágico, en un mundo caótico
invadido por la angustia. El libro más destacado es “Ángel fieramente
humano” de Blas de Otero. También aparece “Sombra del Paraíso” de
Vicente Aleixandre, que marcará el paso de esta poesía existencial a la poesía
social.
GRUPOS MINORITARIOS: Junto
a estas corrientes hay que considerar otras como la del grupo cordobés
“Cántico” (Pablo García Baena) en torno a la revista del mismo nombre, que
mantienen en un vínculo con la generación del 27 y el modernismo.
EL REALISMO SOCIAL DE LA DÉCADA DE LOS 50: Hacia
1955 se consolida el realismo social. La poesía social tuvo su tarjeta de
presentación a través la “Antología consultada de la joven poesía española”,
de Francisco Ribes. Algunos poetas (Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro)
superan su etapa anterior de angustia existencial para situar los problemas
humanos en un marco social. La poesía, que toma partido, se concibe como un acto
de solidaridad con los que sufren, de ahí que aparezcan temas como la
injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad,
aunque ello suponga una cierta rebaja en el tono poético. En esta generación
sobresale Gabriel Celaya, autor de “Cantos íberos”, donde se incluye el
poema “La poesía es un arma cargada de futuro”, verdadero himno de la
poesía social. Defiende una poesía al servicio de las mayorías para
“transformar el mundo”. BLAS DE OTERO es el poeta más representativo de esta
generación. De la poesía desarraigada de sus inicios evolucionará hacia una
poesía de fuerte contenido social “Pido la paz y la palabra”. Es una
poesía clara y directa que expresa ansia de paz, libertad y justicia. En cuanto a José Hierro, aunque con frecuencia
se le adscribe a la generación poética posterior, quizá sea más pertinente
adscribirle a la generación de la poesía social, donde comienza, para luego
seguir dos caminos, uno más directo y narrativo y otro más imaginativo. Sus
temas son el hombre, la historia, el tiempo, el amor, el paraíso perdido, el
recuerdo, la cultura, la poesía... “Quinta del 42” o “Libro de las alucinaciones”, son
obras fundamentales.
LA DÉCADA DE LOS 60, DE LA “GENERACIÓN DEL
50”AL “GRUPO DEL 60”: Ya en la década de los 50 comienzan a aparecer
poetas nuevos que representarán pronto su superación En 1968, José Batlló
incluyó a estos últimos, conocidos como “Generación
del 50” o “Niños de la Guerra”, en su “Antología de la nueva poesía
española”, donde quedaban patentes los cambios operados. La poesía es sobre
todo un método de conocimiento, sin renunciar por ello a que sea también
vehículo de comunicación. Presentan una preocupación fundamental por el hombre
pero huyen de todo tratamiento patético. Aunque son inconformistas, su
escepticismo los aleja de la poesía social. Sus temas retoman lo íntimo, lo
cotidiano. En el estilo llevan a cabo una exigente labor de depuración y de
concentración de la palabra, con un uso muy particular de los elementos
irónicos. Entre los poetas más destacados de esta generación están Ángel
González: que combina la denuncia irónica con la poesía íntima y desilusionada;
lenguaje sencillo y a veces coloquial, pero muy cuidado. “Palabra sobre
palabra”, Jaime Gil de Biedma, poesía selecta, irónica y sarcástica; visión
desencantada y crítica; temas: amor, infancia, amistad, erotismo: “Las
personas del verbo”. Claudio
Rodríguez, y José Ángel Valente.
Entre esta generación y la siguiente
aparece la obra de una serie de autores que bajo la denominación de Grupo del 60, que servirán de puente
con la poesía más experimental y culturalista que se hará en los años
siguientes, de entre ellos podemos destacar a Jesús Hilario Tundidor, Diego
Jesús Jiménez, Rafael Soto Vergés, Antonio Hernández, Ángel González o Joaquín
Benito de Lucas
DÉCADA DE LOS 70, LOS NOVÍSIMOS: En
1963 Pere Gimferrer, publica “Arde el mar”, que supone una
ruptura con la poesía inmediatamente anterior. Alrededor de él se agrupa una
serie de poetas reunidos por Castellet en 1968 en la antología Nueve novísimos poetas españoles en la que reúne a
poetas de una nueva sensibilidad (Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Antonio
Martínez Sarrión, José Mª Álvarez, Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa,
Vicente Molina Foix, Ana Mª Moix, Leopoldo Mª Panero). Los novísimos son poetas
nacidos en la postguerra, con un bagaje cultural y literario muy amplio
(influencia del cine, del jazz). Temáticamente encontramos lo personal y lo
social tratados con gravedad o frívolamente. La máxima preocupación de su
poesía es la forma; hacen constantes referencias en sus poemas a motivos
exóticos, culturales y culturalistas con una artificiosidad que recuerda a los
modernistas y utilizan procedimientos de carácter surrealista.
LA POESÍA DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS: Las
tendencias se suceden sin interrupción en un panorama poético rico y variado,
en el que destacan poderosamente las mujeres. Aunque hay excepciones, en
general se evidencia una tendencia antiesteticista. En los últimos años se han
sucedido numerosas antologías que agrupan o enfrentan a autores de diversas
tendencias (neosurrealismo, culteranismo, poesía objetivista, poesía del
silencio) aunque ninguna ha tenido la repercusión que alcanzó la de los
“novísimos de Castellet”. Quizá la tendencia más popular e influyente ha sido
la denominada “poesía de la experiencia”.
Entre los nombres más destacados están Luis
García Montero, Felipe Martínez Reyes, Carlos Marzal, Ana Mª Rosetti, Olvido
García Valdés, Luis Antonio de Villena, Andrés Sánchez Robayna.
TEMA 11. LA
NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX: TENDENCIAS,
AUTORES Y OBRAS
Desde 1945 se observa en la narrativa
hispanoamericana novedades que la hacen
diferente de la novela desarrollada hasta entonces. Estos cambios se deben a
una nueva concepción del mundo y de la
vida como consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que se
estaban produciendo en los diferentes
países de Hispanoamérica. A estas novedades se añaden las influencias de la narrativa europea y norteamericana del
momento, tardíamente asimiladas. Los
cambios principales que tuvieron lugar fueron, entre otros, que se
abandona el interés prioritario por los espacios rurales y naturales y la
denuncia explícita de problemas sociales
surgiendo temas nuevos en los que se integra lo urbano y los problemas del hombre contemporáneo. Se introduce en las
novelas lo fantástico, lo onírico y lo irracional, dando lugar a lo que se
ha denominado “realismo mágico” o lo “real
maravilloso”. Formalmente, se produce un gran cambio puesto que se abandona la
estética realista decimonónica y se
adoptan las nuevas técnicas narrativas.
En los años 60 se
comenzó a publicar una nueva promoción de autores hispanoamericanos: Carlos
Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Alejo Carpentier…
etc. Su aparición coincidió con el interés de las editoriales españolas, por
recuperar el mercado hispanoamericano. Se produjo entonces un fenómeno
político-comercial-publicitario: se publicaron en España las mejores obras de
estos autores, que se tradujeron también a muchos otros idiomas; se dedicaron a
ellos numerosos monográficos de revistas. Los nuevos narradores organizaron y
asistieron a numerosos coloquios en los que se promocionaban unos a otros. Todo
ello provocó una amplia demanda de sus obras y a esto se le llamó el boom
de la novela hispanoamericana. No formaron una generación pero a pesar de ello,
se pueden encontrar líneas comunes en la narrativa hispanoamericana de este
momento, que continua con las innovaciones técnicas de la promoción anterior: subjetivismo, los escritores muestran
la realidad de la acción a través de la óptica parcial de un “yo”; abundancia del monólogo interior; ruptura
de la línea temporal, se sustituye el tiempo cronológico por el anímico; variedad temática, tanto temas
existenciales como sociales, sexualidad, muerte…estructuras narrativas complejas, que requieren del lector un papel
activo en la organización de la materia narrativa. Destacamos: Julio Cortázar
con Rayuela, obra de gran complejidad
estilística que permite al lector recrear a su gusto la novela; Carlos Fuentes,
con La muerte de Artemio Cruz combina
varias técnicas y puntos de vista; Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti,
Salvador Garmendia…una lista interminable.
A partir de los 70
comienzan a publicar otros autores que se enfrentan al reto de abrir nuevos
rumbos sin negar las aportaciones de sus predecesores que tanto gustaban al
público. Estos nuevos escritores van a tratar temas nuevos concediendo
importancia a la experimentación lingüística y dando entrada al lenguaje
coloquial. Destacamos a Gabriel García Márquez, aunque publica su primera obra
en los 50, su consagración se produce con Cien
años de soledad al obtener el Premio Nobel. Esta obra es un ejemplo de los
pueblos latinoamericanos donde mezcla ficción, realidad y el “realismo mágico”
tan característico de él. Nombres y títulos fundamentales
de este período: El amor en los tiempos
del cólera de García Márquez; Tres
tristes tigres del cubano Guillermo Cabrera Infante; El beso de la mujer araña del argentino Manuel Puig; La casa de los espíritus de la chilena
Isabel Allende; Como agua para chocolate
de la mexicana Laura Esquivel.
Junto
con la novela, el cuento ha sido un
género narrativo ampliamente cultivado en Hispanoamérica desde los años 40
hasta la actualidad. Los grandes narradores de los 40 y 50 han sido los grandes
cultivadores de este género del cuento. Así hablamos de Jorge Luis Borges; Juan
Rulfo (El llano en llamas); Alejo
Carpentier (Guerra del tiempo). Pero
a partir de los 60 y hasta la actualidad, los relatos cortos de estos
narradores del “boom”, han pasado inadvertidos debido a la mayor importancia de
sus novelas. Así es el caso de G. García Márquez (Relato de un náufrago). Uno de los principales renovadores del
género fue sin duda Julio Cortázar, quien muestra en sus cuentos una realidad
compleja, donde se revela lo absurdo de lo cotidiano con gran sentido del humor
(Bestiario). También en los cuentos
hispanoamericanos encontramos temáticas políticas comprometidas y cercanas al
lector gracias al empleo de lenguaje sencillo y coloquial. Ejemplo de esto es Isabel Allende (Los cuentos de Eva Luna). Hay que destacar a Jorge Luis Borges,
pues escribe ensayos con cierto aire de fábula al igual que algunos cuentos
podrían ser vistos como ensayos. Nos propone juegos mentales y ejercicios de
imaginación sutiles y fantásticos produciendo en el lector un vértigo
intelectual. Caso de ellos son El Aleph, que recoge 17 cuentos o Ficciones, con 10 relatos cortos.
TEMA
12. LA NOVELA ESPAÑOLA DESDE 1975 HASTA FINALES DEL XX
El ambiente de
libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte
del general Franco(20/11/75), permitió un mejor conocimiento de la literatura
española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó
significativamente la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación
de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero),
la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento
de la narrativa de otros países.
En suma, dos son
los aspectos más significativos de la novela española en los últimos treinta
años: El carácter aglutinador dado que acoge prácticamente todas las
tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones
personales. Y la individualidad, pues cada novelista elegirá la orientación que
le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su
mundo personal y su particular visión de la realidad. De modo que puede decirse
que en las últimas décadas conviven:
* Novelistas importantes de toda la posguerra: Delibes,
Cela y Torrente Ballester sobre todo.
* Algunos novelistas de la "Generación del 50":
Juan Goytisolo, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite, etc.
* Los novelistas de la generación del 75. En los setenta
hay autores que siguen cultivando la novela experimental e intelectual que
tiene su origen principal en “Tiempo de
silencio” de Luis Martín Santos. Suelen prestar más atención a la forma que
al contenido, ya que el argumento llega a casi desaparecer. Abundan las
historias fragmentadas y los monólogos interiores. Este tipo de novela está
dirigido a un lector inteligente y culto, con formación suficiente para
comprender las dificultades sintácticas que los autores plantean. Es la llamada
generación de 1975 o también generación de 1968 (mayo del 68): Eduardo Mendoza,
Félix de Azúa, Juan José Millás, Soledad Puértolas, son los más destacados.
* Nuevos escritores
dados a conocer en los 80: Manuel Vicent, Julio Llamazares, Javier Marías, Rosa
Montero, Antonio Muñoz Molina…
Por otra parte, no resulta fácil discernir en la nueva
narrativa unas corrientes o escuelas definidas; sí es posible, no obstante,
identificar ciertas tendencias temáticas. Las más
relevantes son estas:
- Novela policíaca y de intriga. Este subgénero resurge con especial fuerza. Entre sus cultivadores destacan Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective privado Pepe Carvalho. A esta tendencia pertenecen también algunas novelas de Antonio Muñoz Molina: “El invierno en Lisboa”, “Beltenebros”, o “Plenilunio”. Su novela “Sefarad” ha sido definida por el autor como "novela de novelas" y supone la recuperación de historias de destierros y desarraigos acontecidos durante el siglo XX.
- · Novela histórica. Se pueden citar como ejemplos El oro de los sueños, de José María Merino; “El hereje” de Miguel Delibes, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro. En los últimos años son frecuentes las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como “Soldados de Salamina” de Javier Cercás; “La voz dormida”, de Dulce Chacón, o los relatos breves que componen “Los girasoles ciegos” de Alberto Méndez.
- · Novela de la reflexión íntima. Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obras representativas de esta tendencia son “Mortal y rosa” de Francisco Umbral, sentida reflexión sobre la muerte escrita con brillante estilo, o “El desorden de tu nombre”, de Juan José Millás, que combina la introspección psicológica con la reflexión literaria. En “La lluvia amarilla”, de Julio Llamazares narra el abandono de los pueblos a través de un largo y emocionado monólogo.
- · Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso son los temas básicos de esta corriente, en la que se encuadran novelistas como Rosa Montero, con “Te trataré como a una reina” defensa de la condición femenina, y la producción novelística de Luis Mateo Díez.
- · Novela culturalista. En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Eso es lo que hace Juan Manuel de Prada con “Las máscaras del héroe”.
- · Otras tendencias en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana con una estética muy cercana a la contracultura “Historias del Kronen”, de José Ángel Mañas, Ray Loriga con “Héroes” o Lucía Etxebarría en “Sexo, prozac y dudas”.
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